¿Cuál es la historia de San Agustín?


San Agustín fue un influyente teólogo cristiano de Numidia (la actual Argelia). Agustín se convirtió en cristiano en el año 386 y escribió extensamente sobre el cristianismo. En particular, destaca la doctrina del pecado original, la importancia de la gracia y la Santísima Trinidad.
Agustín nació en Souk Ahras, en la provincia romana de Numidia. Su familia era de etnia norteafricana (los bereberes), pero la zona estaba fuertemente romanizada, y en casa hablaban latín. Su padre era pagano, pero su madre era una cristiana devota.
Su madre ejerció una fuerte influencia sobre el joven Agustín, pero para su decepción, Agustín dejó su origen cristiano y se unió a la secta maniquea, fundada por el profeta Mani en el año 240. También se relacionó con amigos que seguían un enfoque hedonista de la vida.
También recuerda un incidente de juventud: robar fruta de un huerto porque le gustaba la idea de rebelarse. Este periodo se le quedó grabado en la mente y le ayudó a formular su idea de la naturaleza intrínsecamente pecaminosa del hombre. A pesar de su estilo de vida caprichoso, se interesó por la filosofía y quedó impresionado por los escritos de Cicerón. Agustín se convirtió en un experto en latín y retórica.
Al final de su adolescencia, tuvo un romance con una joven de Cartago. Ella dio a luz a su hijo ilegítimo Adeodato en el año 372. Agustín enseñó gramática y retórica en Thagaste, Cartago y más tarde en Roma.
En el año 384, se le concedió un puesto más prestigioso como profesor de retórica en la Corte Imperial de Milán. En Milán, comenzó a volverse más escéptico de su fe maniquea. También se hizo amigo de Ambrosio, el obispo de Milán.
Agustín escuchaba las conferencias más sofisticadas del obispo Ambrosio, y adquirió una nueva visión del cristianismo. Esta amistad y la genuina espiritualidad de Ambrosio influyeron para que Agustín volviera a interesarse por el cristianismo, la religión de su infancia.
Su madre también había seguido a Agustín a Milán y le convenció de que dejara a su amante y se casara con una joven de 11 años que pertenecía a la misma clase social que Agustín. Aunque Agustín aceptó, sintió un gran tormento emocional al cortar los lazos con su antigua amante. Finalmente, anuló su matrimonio mientras hacía planes para convertirse en un sacerdote célibe.
En 386, a la edad de 31 años, se convirtió formalmente al cristianismo. Agustín se inspiró en la lectura de la vida de San Antonio del Desierto. También dijo haber escuchado una voz interior que le decía que tomara la Biblia y la leyera. Se sintió atraído por un pasaje de San Pablo que tenía como objetivo que los no creyentes se transformaran. El pasaje al que Agustín se refiere es el capítulo 13 de Romanos, versículos 13 y 14.
"No en el desenfreno y la embriaguez, no en la lujuria y el desenfreno, no en la contienda y la envidia, sino revestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis a la carne para satisfacer sus concupiscencias".
Escribió un relato de su conversión en su texto Confesiones, que es una influyente apología cristiana y un importante ejemplo de texto biográfico.
Agustín fue bautizado con su hijo por el obispo Ambrosio en abril de 388. Su madre murió poco después del acontecimiento. Después, regresaron a su casa en África, donde su hijo Adeodato murió poco después. Agustín regaló su riqueza a los pobres y convirtió su casa en una fundación monástica para él y un grupo de cristianos afines.
En el año 391 se convirtió en obispo de Hipona y, durante los siguientes 39 años, se convirtió en un influyente predicador que a menudo hablaba en contra de su antigua religión, el maniqueísmo.
Tal vez te interese: ¿Quién fue la Madre Teresa y cómo fue su vida?

En la última mitad de su vida, Agustín se destacó por su piedad, rehuyendo su anterior estilo de vida hedonista y viviendo una vida de simplicidad y devoción. También siguió escribiendo.
Entre sus obras más importantes se encuentra "La ciudad de Dios", escrita en respuesta al saqueo de Roma y en la que sostenía que la verdadera religión estaba en el espíritu y no en las ciudades temporales ni en la religión del mundo. Para Agustín, la caída de Roma tuvo poca importancia.
Agustín era un apologista de la Iglesia Católica, pero argumentaba que la Iglesia no siempre estaba en estado de gracia, sino que podía atraer a personas malas y perversas. La otra realidad es la Iglesia invisible del espíritu que se rige por el amor, la gracia y la bondad. En última instancia, esta religión del espíritu triunfaría sobre los imperios mundanos que estaban influenciados por el orgullo humano.
Sin embargo, sus escritos sobre las limitaciones del poder terrenal fueron utilizados por futuros papas para dar a entender que el Papa era preeminente sobre otros reyes y otros países. Esto demostró ser una filosofía influyente para el conflicto de los siglos siguientes entre la Iglesia católica y el Estado.
San Agustín era consciente de los desafíos del deseo sexual. De joven, pronunció la oración "hazme casto y continente, pero no todavía". Más tarde enseñó que el pecado original del hombre sólo podía ser redimido por la fe en Cristo.
Al convertirse en cristiano, escribió: "No hay nada que deba evitarse tanto como las relaciones sexuales". Sus actitudes hacia el sexo y su inherente pecaminosidad influyeron en la configuración de las actitudes medievales hacia las relaciones sexuales.
Agustín enseñó una forma modificada de predestinación. Sostenía que el hombre tenía libertad para elegir, pero que en última instancia todas las cosas son ordenadas por Dios. Para Agustín, algunos de nosotros estamos predestinados a ser salvados; esto influyó en teólogos posteriores como Santo Tomás de Aquino y Juan Calvino.
Agustín desarrolló el concepto de "guerra justa". Subraya que la búsqueda de la paz puede incluir la opción de luchar, si es la única alternativa para proteger una paz justa.
Agustín también influyó en el desarrollo de las prácticas educativas. Abogó por un enfoque más liberal de la educación. Combinando la disciplina con profesores que puedan compartir el interés por la materia y animar a los alumnos a desarrollar una conciencia crítica y a pensar por sí mismos.
En la primavera de 430, los vándalos, que ya habían saqueado Roma, invadieron el África romana. Agustín cayó enfermo y murió el 28 de agosto de 430. Los vándalos volvieron a Hipona y quemaron gran parte de la ciudad, aunque la biblioteca de Agustín sobrevivió.