¿Conoces la historia de Pedro Infante?
Sin duda, Pedro Infante fue, y sigue siendo, el ídolo de México. Gracias a sus películas (59, incluyendo 55 papeles principales y cuatro cameos), a sus discos (366 canciones grabadas entre 1943 y 1956) y a sus apariciones públicas en México y América Latina, Infante se convirtió en una estrella y en el ser humano más querido de la historia de México.
Pedro Infante Cruz nació el 18 de noviembre de 1917 en la ciudad portuaria de Guamuchil, que forma parte de la gran ciudad de Mazatlán, situada en el estado mexicano de Sinaloa. Fue el segundo de los nueve hijos de Delfino Infante Garcma y Refugio Cruz. La pareja también tuvo seis hijas. Dos de los hermanos de Infante, Ángel y José, también alcanzaron la fama como actores y cantantes.
El padre de Infante, Delfino, era músico profesional pero tenía problemas para llegar a fin de mes. Cuando Infante estaba en cuarto grado, tuvo que abandonar la escuela para ayudar a su familia. Vendía artículos de ferretería, hacía recados y servía mesas, pero su trabajo más constante era el de carpintero.
Hasta que se enamoró de la música. Su padre le enseñó los fundamentos de la música y, con sus conocimientos de carpintería, pronto construyó su primera guitarra. Aprendió a cantar imitando canciones que escuchaba en la radio.
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La primera experiencia musical de Infante fue con un grupo que formó llamado La Rabia. Tocaban en clubes nocturnos locales, interpretando rancheras y boleros, formas populares de música mexicana. En 1932 se unió a la más famosa Orquesta Estrella de Culiacán en la capital de Sinaloa.
A los 19 años, Pedro Infante tuvo su primera hija, Guadalupe Infante. Sin embargo, este nacimiento producto del cortejo no fue reconocido públicamente. Tiempo después conoció a María Luisa León, diez años mayor que él, con quien se casó en la Ciudad de México.
Además de su hija Guadalupe, Pedro Infante tuvo cuatro hijos fuera del matrimonio con dos mujeres y adoptó a su sobrina Dora Luisa.
Fue gracias a su matrimonio que su carrera cobró impulso, ya que tras una actuación en 1937 en un festival local, la primera esposa de Infante, María Luisa, insistió en que se trasladara a Ciudad de México para proseguir su carrera musical. Al cabo de dos años tenía un contrato para actuar en un programa de radio local.
En 1938 saltó de la radio local de Sinaloa XEBL a la radio nacional XEB. Con esto, su popularidad aumentó y para 1943 realizó su primera grabación musical titulada El Soldado Razo. Después grabaría más de 50 álbumes y cientos de canciones.
Hizo famosa la forma musical del bolero, ganándose el apodo de Rey del Bolero. Hasta el día de su muerte, el ídolo mexicano había grabado cerca de 350 canciones.
Pedro Infante tuvo una larga carrera cinematográfica, donde protagonizó más de 60 películas. Su carrera como actor despegó gracias al director Ismael Rodríguez, en cuyo trabajo forjó su propia personalidad. Fue también en las películas de Rodríguez donde conoció a Blanca Estela Pavón, su homóloga femenina en el cine.
Sin embargo, no fue hasta la trilogía Nosotros los pobres, Ustedes los Ricos y Pepe El Toro cuando se elevó a la cima del éxito del cine de oro. El fenómeno de Pedro Infante se debió en gran medida a la cercanía de sus personajes con la vida de las bases sociales de la Ciudad de México. Trabajadores, personajes de origen rural y habitantes de los barrios se identificaron plenamente con los personajes de sus películas.
Poco a poco, sus personajes se extendieron a otros sectores, como el rural y el religioso. En 1949 protagonizó por última vez una película con Blanca Estela Pavón (La mujer que perdí), ya que meses después la actriz falleció en un accidente aéreo.
Su fama y el fenómeno de su estrellato no han sido igualados por ninguna estrella de cine en los años posteriores a su muerte. La razón principal se encuentra en la extraordinaria calidad de su actuación, su hermoso canto y algo llamado "encanto" que no se puede aprender ni adquirir.
Era un actor natural, que encajaba perfectamente con todos sus coprotagonistas, fueran hombres o mujeres, niños o abuelas. Era capaz de conmover los sentimientos de hombres y mujeres que encontraban en él a alguien muy relacionado con sus vidas. Su muerte en un accidente aéreo en 1957 sigue siendo uno de los hechos más recordados de la historia reciente de México.
Aunque ya había tenido dos accidentes aéreos, Pedro Infante era un fanático de la aviación. Acumuló 2989 horas de vuelo como piloto. Estaba registrado con el nombre de rol de "Capitán Cruz".
Del primero de sus accidentes aéreos, donde al intentar despegar de una pista improvisada el avión no pudo ganar altura y se fue de frente contra un cultivo de maíz, salió ileso y solo le quedó una pequeña cicatriz a la altura de la barbilla, del segundo requirió un injerto de una placa metálica en el cráneo.
Sin embargo, la afición de Pedro Infante por el vuelo continuo hasta el 15 de abril de 1957, Infante piloteaba un modelo de avión que se derivaba de un bombardero de la Segunda Guerra Mundial que se consideraba ya obsoleto para uso militar pero todavía útil en aplicaciones civiles.
Poco después de despegar del aeropuerto de Mérida acompañado por el capitán Víctor M. Vidal y el mecánico de vuelo Marciano Bautista, y tras apenas alcanzar unos 200 metros de altura, se desplomó entre las 7:30 y las 8:00 horas en pleno centro de la ciudad de Mérida, Yucatán, en el sureste de México.
El avión impactó boca abajo, lo que sugiere una pérdida total de control. La investigación del accidente determinó como causa probable que "se debió a un error de maniobra consistente en ejecutar dos virajes hacia el rumbo de la Ciudad de México sin conformarse a las especificaciones de distancia y procedimientos, y por debajo de las altitudes y velocidades indicadas. Este error fue agravado por un probable corrimiento de carga debido a una estiba incorrecta."
En esa fase del vuelo, justo después del despegue, el avión iba todavía casi totalmente cargado de combustible para llegar a la CDMX. Como consecuencia, al estrellarse se produjo una gran deflagración e incendio.
Esto ocasionó dos víctimas más en tierra: una muchacha de 18 años llamada Ruth Rosell Chan, que murió quemada viva, y el niño Baltazar Martín Cruz, fallecido poco después por la misma razón. Otros dos jóvenes sufrieron graves quemaduras.
Sus restos reposan en el Panteón Jardín de Ciudad de México, un lugar que se ha convertido en un espacio turístico.
El 1 de febrero de 1994 se le concedió a título póstumo una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood por la grabación, en el 7083 de Hollywood Boulevard, California.
